miércoles, 24 de septiembre de 2014

La niña de la tienda: Tákuta

La siguiente historia contiene algunos relatos reales, otros de mi vida y eventos ficticios que ambientan la narración.


Tákuta.
Josua era un joven como cualquiera, estudiante de informática, aficionado al manga y anime, inclinacion al rock, videojuegos, tecnologia y deliraba por las historias de horror, suspenso y gore. Apuesto, inteligente, trabajaba en un supermercado para sustentar sus gastos.
No tenía muchos amigos, era más bien introvertido, su pasatiempo era estar horas frente al ordenador jugando o viendo historias de terror, no hablaba con nadie de sus problemas ni sentimientos, todo lo desahogaba frente a la computadora como un alcohólico frente a una botella y asi podia pasar horas hasta superar cualquier mal rato.
Estando en su trabajo, un buen día oyó que varios de sus compañeros habían tenido encuentros fantasmales con el espectro de lo que parecía ser el alma de una niña que aparecía por las noches a los vigilantes durante el turno nocturno.
Otros decían que escuchaban el escalofriante grito de lo que parecía ser un infante, varias mujeres alegaron haber visto una silueta infantil de cabellos largos rubios y rizados, rostro pálido y una inexplicable mirada profundamente atemorizadora.
La anécdota que a Josua le pareció más impactante fue cuando una de ellas le dijo que estando ella sola en el baño, en horas de la noche oyó y vio como repentinamente se bajaban el agua de los inodoros mientras se oía una risa infantil muy cerca de ella.
Aun así Josua decidió ir a los sitios en los que hubo avistamiento del fantasma, nunca vio nada, pero si sintió que algo o alguien lo seguía muy de cerca.
En una de esas noches cuando Josua estaba sumergido en el ciber-mundo, conoció a una adolescente de tal vez entre 14 o 16 años de edad; la joven se parecía muy agradable, aunque a Josua le pareció muy linda la veía como la hermana menor que nunca tuvo, algo raro también ocurría, cada vez que hablaba con la chica, sentía esa rara presencia que sintió en su trabajo.
Hubo una noche, ya entrada la madrugada, cuando hablaba con ella, entre risas, anécdotas y una charla muy agradable cuando la joven le dice a Josua:
-Te gustaría ver algo interesante?
-A que te refieres? Dijo Josua con escepticismo y picardía.
-Te mostraré algo, pero no le digas a nadie lo que veras. Será un secreto entre los dos.
-Esta bien espero que sea una buena sorpresa.
La chica se quedó mirando fijamente a Josua, sus ojos se apagaron, la luz se oscureció y parecía que movían la pantalla de su computadora, inesperadamente se oyó un susurro escabroso y aterrador cerca del oído de Josua "TÁKUTA" en ese instante se apagó la luz de su cuarto y vio como por la pantalla apareció la figura de la niña que era igual a la que sus compañeros de trabajo habían visto, dando un grito escalofriante y ensordecedor que solo él escuchó. En ese momento volvió la luz en su cuarto y se perdio la conexion con la joven con la que hablaba.
Después de ese evento tan desagradable, Josua tuvo noches perturbadoras porque no solo tenía en su mente todo lo que sucedió sino porque también de día o de noche veía aquella figura fantasmal acercándose a el.
Intentó comunicarse con la chica de internet por varios días sin ningún éxito, poco tiempo pasó antes de recibir una mensaje por correo de esta joven que decía:
“Lo que pasó la otra noche fue para probarte que yo sí existo, ahora estaré contigo en todo momento. Tienes dos opciones: Vivir con esto el resto de tu vida o pasarselo a alguien más con el rito que te explicaré más adelante; de todas formas tendrás el peso de haber  condenado a alguien a vivir con la sombra del inframundo.”
Seguido de esto habían unos pasos como para completar una invocación y traspasar ese ser, o lo que sea que fuere a otra persona. Josua no sabía que hacer, no quería hacerle eso a otra persona, los pocos amigos que tenía lo estimaban y él no les haría algo como eso pero tampoco quería vivir el resto de su vida con un espectro que le consumía sus nervios. Él estaba al borde de la desesperación, sus pocos amigos lo estaban considerando un demente a tal punto que que ya no querían acercarsele, Josua estaba colapsando.
Una noche, cuando regresaba de su trabajo, notó que la puerta de su casa estaba abierta lo cual era inusual pues él siempre se aseguraba de trancarla cuidadosamente. Pensó que era otra manifestación del ente espectral que ahora no solo lo vería a sus espaldas si también de frente; cuando entró lo que encontró no era algo fantasmal sino muy terrenal, unos maleantes habían entrado a su casa para llevarse todo lo que encontraran y Josua llegó en el justo momento en que ellos estaban allí, nada podía parecer peor. Los maleantes al verlo lo sometieron rigurosamente amenazándolo con dispararle si no les daba lo que ellos querían, pero Josua no tenía muchas cosas de valor a excepción de su computadora, un maltrecho televisor y tal vez su teléfono móvil, lo que enojó a los perpetradores y más encarnecidamente lo golpeaban y lo amenazaban con disparale; aunado a esto Josua veía la silueta del espectro que lo seguía una y otra vez, lo que lo ponía más cerca de un colapso nervioso.
En ese momento recordó el mensaje que le habia mandado la chica de internet, el rito de invocación. Josua encontró un ápice de valor dentro de sí y trató de engañar a los maleantes, ya no tenía nada que perder, o le disparaban los sujetos y enloquecía con el fantasma que lo atormentaba. Josua se levantó del suelo, ofreció algo a los malechores a cambio de que lo dejaran con vida:
-Señores, tengo algo bien oculto en este cofre, junto al televisor, que se abre mediante la voz, solo yo puedo abrirlo porque reconoce mi voz y solo yo conozco las palabras de combinación. Si me dejan con vida lo abriré para que se lo lleven, es una joya muy valiosa.
-Bien! replicó uno de ellos. -Pero si sales con tonterías te juro que acabaremos contigo, nunca reconocerán tu cadáver! Y así amanazaban a Josua una y otra vez hasta que los tres sujetos decidieron saber que era eso tan valioso.
Josua no tenía que perder, o terminaba de enloquecer o perdía su vida. Hizo el rito de invocación que consistía en unas cortas palabras, en un tenebroso, escalofriante y gélido susurro se oyó “TÁKUTA.” En la pantalla del maltrecho y descompuesto televisor empieza a asomarse la misma silueta que tenía atormentado a Josua, los cabellos rizados, largos y rubios que ocultaban un rostro pálido y amenazante. Los ladrones no sabían que hacer, estaban horrorizados, sentían como un frío les recorría la espina dorsal, no podían concebir lo que ocurría, sus armas cayeron al suelo al escuchar el grito pavoroso de esa niña que apareció de la nada y extendía sus manos hacia a ellos, ni que hablar del pobre Josua que estaba viviendo esa experiencia por segunda vez.
Los maleantes trataron de correr despavoridos, pero en un momento la energía eléctrica se fue de la casa dejando todo a oscuras. Inmediatamente se oyó como uno de ellos gritaba desesperado mientras era arrastrado hacia la nada. Al volver el servicio eléctrico solo uno de los 3 individuos que irrumpieron en la casa de Josua estaba allí, sentado, delirando, solo decía: “La niña viene,” del tercero no se supo nada, ni siquiera cómo había desaparecido, el que quedó fue recluído en un hospital psiquiátrico y únicamente repetía: “la niña rubia está detrás de mi.”
Luego de esto, no se supo más nada del joven Josua, sus cosas, todas sus pertenencias, revistas, computadora, videojuegos, todo estaba en su casa, sus familiares no hablan de él, incluso sus padres solo dicen que se mudó a otro sitio porque no le gustaba el lugar donde vivía, pero claramente hay evidencias de que no es así. Sin embargo los residentes de la zona donde vivía Josua alegan oír en las noches de Agosto una niña diciendo “TÁKUTA” seguido de una voz varonil, jóven, sollozante y pavorizante repetir una y otra vez: “No volverán por mi.”

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